8 de noviembre de 2018


A Vanessa Droz, que llora cuando escucha sus canciones



En 1966, asomado a la puerta de la cocina de la casa de mi abuela allá en Buen Consejo escuché por primera vez cantar a Charles Aznavour. O lo que es lo mismo, escuché por primera vez la canción Venecia sin Ti. Nunca supe si fue él o fueron sus canciones, o si sencillamente fue todo el siglo pasado, o un junte de todas esas cosas, pero escuchándolo sentí un sabor que no sabía qué cosa era y que más tarde supe que se llamaba nostalgia. Nostalgia por un sitio. Nostalgia por un amor. Por el asombro de que las cosas, llegadas a su tiempo, podían ser algo muy distinto a lo que esperabas. Nostalgia, al fin y al cabo desnuda y pura nostalgia.
         Pero niño de seis años entonces, como buscando otra Venecia, crecí, pero distinto a Aznavour, me quedé entonces sin mí. Sin la casa aquella en la que escuché por vez primera su canción y sin ninguno de los habitantes de mi antiguo hogar.  Es más, me quedé incluso sin Charles Aznavour porque ahora él también, y destemplado y sin aviso de canción alguna, se ha muerto.
       Así de sencillo. Ha muerto Charles Aznavour. Supongo que ahora sabremos quién será su relevo así como él supo de las nuevas edificaciones que ocuparon el espacio de sus jóvenes bohemias en París. Pero hay algo que me sabe tan raro como la primera vez que escuché su vieja canción.

Dos años antes de su partida, con motivo de cumplir sus 92 años Aznavour decía que no miraba hacia el pasado porque eso nada componía. Que miraba hacia el futuro porque esa era la llamada de la vida. Pues muy bien dicho por él, porque a cada cual debe respetársele la mirada que da a sus cosas.
Solo que yo no sé por qué me ha dolido tanto la pérdida de su amor de Venecia y la fuga de los sueños de sus bohemias juveniles, ni por qué hoy, empecinado como él en mirar hacia el futuro, aun la nostalgia de su vieja canción, escuchada hace ya tantos años, me deja sentado en el recuerdo.
No miro al pasado, dijo. Pero a mí me ancla tanto su muerte y el día de aquella su primera canción sin que pueda cambiar de allí mi mirada.

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