4 de diciembre de 2019






Somos pocos,
no hacemos falta,
y todavía hay quienes nos miran con desprecio.
El mejor premio, sabemos,
es que alguien nos obsequie con alguno de sus vinos
o que, mintiéndonos descaradamente, haya quien nos diga
que ha leído algo de nuestra poesía.
No saben un carajo para qué servimos,
no aciertan a comprender por qué es posible
que haya alguien que todavía nos tema,
y somos siempre la parte defectuosa de cada familia.

Pero no nos importa, igual proseguimos
como si la cosa del desdén no fuera con nosotros
y no nos preocupa
que haya quien finja que no cuenta con nuestra presencia.
Pueden quedarse tranquilos,
a fin de cuentas estamos muy enterados del asunto
y sabemos de qué va todo eso.

Seguimos en lo mismo,
regularmente nos gusta el café
las cobijas calientes cuando hace frío
le cogemos pena a los enfermos
queremos mucho a los amigos
y odiamos a todos los tiranos del mundo.

Como ven, nada especial tenemos
como no sea esta manía de hacer versos
y no dejar pasar nada por desapercibido.
Nada.