13 de febrero de 2010

Palabras para decir al oído de la Guerrera

Basta la sinalefa para la unión y se dice helio. Inerte esa corona sobre luz que es gas de todas las pasiones. Sábelo sin química: el helio gravita sobre la incandescencia del Sol sin ser nada. Pobre de su compuesto que a todo reacciona para evadirse luego y llegar al frío, el noble gas retorna, siempre, en sino fatal, a su espacio.

Helio, digo, Guerrera, sin mencionar mi nombre, que, como el gas sutil, me aspiro a la nada ante tu presencia mientras tú danzas, como otro Sol, el ritual del fuego. Como el helio que no quiere ser cosa, que no quiere ser nada, que todo lo atraviesa para regresar a sí mismo, Guerrera, yo retorno a mí mismo cuando me pierdo de tus adentros. Y es que no lo sabes, que aún cuando proyecto sombras y erijo paredes, tan sólo hoy, abiertas tus ventanas, helio transmigrado, Guerrera, que te inunda con su presencia.

El helio es el gas más difícil de licuar, y es imposible de solidificar a presiones atmosféricas normales. No se puede solidificar, y su viscosidad es aparentemente cero. Atraviesa fácilmente grietas y poros diminutos e incluso puede trepar por las paredes... Biblioteca de Consulta

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